lunes, 11 de octubre de 2010

Escarbando

   A veces es suficiente escarbar un poco en nuestras actitudes para descubrir,asombrados,que no todo lo que reluce en nosotros mismos es oro.  Y esto acontece por extensión a todo lo social;es eso que solemos denominar sociedad.  Estos tiempos que corren,azarosos y repletos de pesadumbre,pero a la postre,pasajeros y de mera transición hacia un futuro que espero y deseo que sea algo mejor que el pasado reciente,nos descubre como decía algunos vicios indisolubles carentes de una ética esencial que ya debería estar impregnada en nuestros genes; pero esto parece ser que no viene por añadidura;ni se adquiere al peso en cualquier super. Algún bien pensado estará fijándose en la escuela y,por extensión, en la educación.  No vá desencaminado,pero parece que esto no es,o no ha sido, suficiente.  Hay algo ignoto en nosotros que nos ha hecho naufragar,cuando no fracasar con estrépito,como seres  sociables capaces de llevar en nosotros esa fina capa llamada: valores.

No creo exagerar si digo que estamos en una sociedad que vitorea el fraude y aplaude a raudales al defraudador de lo público.    La mayoría no tiene reparo alguno en tachar aquellas actitudes como sinónimo de espabilamiento,de listeza,de ser fino y no tonto, como haciendo ver que los demás si lo son;claman con voz apagada si ese alguien es cercano y apaciguan el gesto cuando lo sisado,lo adulterado,lo amañado en lo público es algún politico populista,o un empresario caradura o,al fin,un particular con presteza de golfo.   Tal vez la raíz halla que buscarla en la separacón entre lo público y lo privado que,desde demasiado tiempo,se ha querido inculcar entre la población toda vez que faltaba una cultura de respeto hacia el funcionario.  Pero esta separación ha obrado como un dique entre aquel,político o funcionario, y el usuario o ciudadano.  La separación es tan grande que aquellos se olvidan que estan al servicio de aquellos y,estos, obvian que son ellos los que propician, ya sea con su esfurzo,ya con su voto,ya con su pasotismo, que esta practica se perpetúe.  
   Mucho habrá que cambiar; y muchas voces son las que claman, cada vez con mas fuerza, que lo publico nos tiene que doler a todos.  A unos para que respeten los bienes y a los otros para no alentar al defraudaor,al ladrón o la conseguidor de prebendas.

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