sábado, 15 de enero de 2011

La Imparcialidad.

   El Tribunal Supremo ha paralizado la tramitación del proceso abierto contra el juez Garzón por la presunta prevaricación cometida al investigar sin competencia los crímenes del franquismo. Aunque la razón de esta decisión del Alto Tribunal es puramente formal (tramitar las recusaciones presentadas por la defensa del juez contra cinco de los magistrados que inicialmente iban a juzgar este caso), la realidad es que supone un doble balón de oxígeno para el magistrado relevado ahora de su puesto: por una parte gana tiempo antes de tener que sentarse en el banquillo de los acusados y, por otra parte, abre una vía para poder desautorizar a sus acusadores. Los recusados son el presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Juan Saavedra Ruiz, y los magistrados Adolfo Prego, Joaquín Giménez García, Francisco Monterde y Juan Ramón Berdugo. Garzón considera que su intervención en varios momentos de la instrucción de la causa los inhabilita para juzgarle con la suficiente imparcialidad.  Hasta aquí la noticia recojida por las agencias y que es completada con la que recoje que la Audiencia Nacional tambien avala la legalidad de las escuchas que el juez Garzón ordenó en el caso conocido como "Pretoria".
    Como ya hemos mostrado con demasiado enfasis nuestra posición al respecto vamos a esperar a que el caso Garzón vaya teniendo sus tiempos.  Lo que sí sería recomendable es fijar nuestra vista sobre el juez Adolfo Prego.  Este buen hombre debería cobrar bastante mas del Estado pues hace pluriempleo y ademas es muy buen trabajador.  Trabaja para causas dignas de mención,ademas dedica su tiempo a asociaciones pulcras y de buen orden y criterio y aun le sobra tiempo para ir unas "horillas" al Tribunal Supremo.  Y todo eso con la Cruz de los Caidos sobre sus hombros.  Si lo ven por la calle envuelto con la bandera de España fijense que lleve colocado el escudo adecuado; no vaya a ser que tenga que ser procesado por utilizar escudos pre-constitucionales en un descuido a la hora de vestirse-desvestirse.  Y es que esto de las prisas tiene su aquél.

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